El fin del mecanomédico
- Y, dígame, usted cree que se pueda salvar?
- Por que le preocupa tanto? No es más que otro cliente.
- Creo que ese término no es del todo correcto, Doctor.
- Paciente, cliente... una capa de huesos cubierta por una capa de músculos y carne, cubierta por una delgada capa de piel. Una en seis mil millones
- Pero no! No ve que es una persona? Un ser humano como usted y yo?
- De que me habla, Doctor? No es más que un simple mecánico. Yo soy una eminencia, mi labor consiste en salvar vidas, perpetuar la especie...
- Pero...
- Pero qué? Día a día ingreso al quirófano a salvar una vida tras otra. La cantidad de años que le he regalado a tanta gente supera ampliamente la vida de este muchacho.
- De que me habla, Doctor? Usted no es más que un simple mecánico...
El silencio se apoderó del quirófano. Rojo de furia, la eminencia tomó el bisturí y con actitud amenazadora se acercó a su colega. Lo miró a los ojos y dejó caer una lágrima. De pronto levantó el bisturí y con una precisión envidiable lo clavó entre su cuarta y quinta costilla izquierda. Un mecánico yacía en la camilla para ser operado. Un mecánico yacía en el piso. Un mecánico lo miraba absorto, sabiendo que no solo debería encargarse de la operación, sinó también de la prensa que pronto preguntaría por una eminencia.
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