viernes, diciembre 29, 2006

Camas tibias

A Nahuel se le habían sulfurado las bolas de esperar, pero esperaría siempre, o casi. Clara, pussy-dancer de noche, pre med de día, se había acostumbrado al negocio de los honorarios al amor y Nahuel ya no le era rentable. El fin del acuerdo no tardó en llegar y a Clara le cayó la ficha de la no tan baja temperatura de su pecho.
A las semanas Nahuel se encontró pagando la entrada del barcito de calle Córdoba, frente al Mc. Donald's, resignado de todo. Verla frotar las gomas contra el metal no era precisamente el recuerdo que tenía de Clara. Llamó al tipo que habla de números y se la señaló: "Esa". "Son cientocincuenta", dijo el lanudo. Lo mismo hubiese sido que dijese tres mil.
Clara nunca abrió los ojos tanto como cuando vio a Nahuel entrar a la habitación de cama tibia. "Así es con amor", le dijo Nahuel al oído antes de empezar a besarle el cuello. Clara lloró para adentro por última vez. Al otro día lo velaban a cajón cerrado para no verle la sien.

miércoles, noviembre 08, 2006

Debida pausa

Dos velas todavía prendidas iluminan la habitación desde mi mesa de luz. De fondo una viola blusera que me hace acordar tanto al dude deja paso a un saxo tan grandioso como sutil. Camila acomoda una de las tiritas de su solera en su hombro y le sonríe al, para ella, viejo de 19 que tiene enfrente. Lo acompaña hasta la barra y lo ve pedir un trago inteligentemente elegido para llamar la atención. El pibe también está aprendiendo. Se cruzan un par de miradas y Camila ya está mordiéndole los labios, mientras sus dedos juegan por donde todavía no deben. El flaco se deja llevar, recién está entrando en la etapa de ser consciente... solo 19 pirulos. La flaquita elige un modo de empezar la parte de la gente grande, como le dice ella. El pibe la frena y vuelve a la mesa. Camila se acerca y lo mira confundida. El flaco aguanta, la mira, la quiere, aguanta... No es un envejecedor, entiende.


Baja un tipo del bondi, jean y camisa. Una flaquita lo mira desde la esquina, lo reconoce. "Jugar a ser grandes y pedir tragos complicados" le dice al oido después de acercarse. Cami creció, entendió. El flaco la mira con ganas, pero se contiene. Mira a la mesa de luz y ve dos velas que apagar. El botoncito naranja espera que lo llame. Se acabó la música. Au revoir.

viernes, octubre 20, 2006

Vera

Vera se ríe, parpadea, termina de maquillarse frente al espejo y sale a la calle. Sus largas piernas bailan debajo de la pollerita roja ante una multitud de miradas. Sentado en una esquina, un flaco la mira boquiabierto mientras elije un ringtone nuevo para su celular. Vera piensa en hacerse las tetas. Eso es lo que le hace falta, unas nuevas y relucientes tetas. Se siente culpable por el pedazo de torta que comió de más y se pone nerviosa porque en el menú de hoy no hay pastas. Las pastas le recuerdan su medicación y pide agua en el bar para acompañar el Prozac. De su cartera cae una vieja foto, ya amarillenta, mostrando una niña de largas piernas y zapatillas de ballet. Vera vuelve a bailar nuevamente por 2 segundos que se le hacen noches enteras de presentaciones. Gente rodeándola se pelea por besar su mano. Su cabeza sigue buscando emociones entre los sueños cuando a veces solo debería mirar su valija que desborda. Después de unas horas vuelve a su casa, prende la tele, el home theatre y pone un dvd. La cripta que ya alquiló tiene lugar para todo eso. Alguna vez alguien dijo que al final las cosas se apilan tan alto que una sola no significa nada por si misma. Alguna vez alguien debería hacerle escuchar ese tema a Vera. Vera duerme entre sábanas de seda, mientras su cabeza sueña con grandes fiestas y nuevas tetas. A unas cuadras del lugar alguien acomoda una chapa y le sirve la sopa a sus 4 hijos.

martes, octubre 17, 2006

A destiempo

Los tiempos son los errados. En tiempos de disfrutarlo, escapó. En tiempos de desaparecer, su figura se hizo más nítida y presente. En vez de alejarse ahora, solo intentaba volver a entrar allí. Kara no entendía de restricciones, aunque nunca se equivocaba. Kara sabe buscar, los tiempos son los errados.

viernes, octubre 13, 2006

Lembranza

Ojos en la pantalla, mente en blanco. Nada para hacer. En las orejas Dave se pregunta si hubiese podido ser alguna otra persona. Alguien me pide que la espere, así que espero. Pero vuelve pronto, cargando con una sonrisa más que conocida. Sonrisa que se refleja también en los labios de Julia, unos años mayor, aunque todavia joven. Julia sonríe como niña. Es que todavía es una niña de 27 o 28 añitos. Su rostro jovial emana una dulzura constante de la cual nadie puede escapar. Sus ojos causan adiciones más peligrosas que la heroína. Se convierte en heroína de los sueños de muchos, pero al acostarse lo hace en mi cama. La miro a la boca y la sonrisa torna en una mezcla de pureza y sensualidad que solo se encuentra en dos ocasiones. Así pasa la primera. De pronto el climax vuelve mis pupilas a su tamaño habitual... ya no hay heroínas ni labios. Mis dedos cambian la seda por el plástico y me encuentro escribiendo esto. Todavía me falta para irme, tal vez siga escribiendo un rato más. O tal vez no.

jueves, octubre 12, 2006

Hay cosas más importantes

La menor, paso el bajo a sol.... Estoy frente a la máquina y en los auriculares el White Album hace sonar While My Guitar Gently Weeps. Ya casi es hora de irme a casa, ya casi termina. En mi cabeza se forma la imagen de una persona cansada, con la vista fija en el piso. Va caminando por las calles de Praga, o tal vez sea Barcelona. No lo se, no conozco ninguna de las dos. De pronto entra en una pequeña puerta que da a una escalera. Ya arriba se apropicua en uno de los sillones y ordena una rubia. Siempre le gustaron más las coloradas, pero hoy se le apetecía una rubia. Sus gestos de hombre ya cansado de la vida no concuerdan con sus cortos 19 años. El tiempo no es el mismo para todos. El muchacho, llamémoslo Piotr, prende un cigarrillo, pero enseguida llega su rubia. Viste solo un delicioso conjunto blanco, con portaligas y todo eso. Para Bianca (así se hacía llamar la rubia) Piotr no es más que el primer ciente de un largo día. Piotr busca lograr enamorar algún día a una de sus tantas amadas para así convencerla que deje esa mala vida por vivir con él. A lo mejor si se casaran a la vieja de la pensión no le molestaría una habitación doble mixta. A lo mejor a Bianca le bastaba el arroz y las hamburguesas mal cocinadas. Pero la verdad es que Bianca no es una mujer que extrañe mucho. Entre las sábanas Piotr la trata con verdadero amor. Bianca mira la hora y mientras piensa en el vestido que tiene que comprar para salir esa misma noche con Mr. Billete. Media hora, todo un romance.
En mi cabeza se dibujan ahora las agujas del reloj, ya tengo que irme. Siempre lo mismo, el título. El título que se cague, hay cosas más importantes.