Vera
Vera se ríe, parpadea, termina de maquillarse frente al espejo y sale a la calle. Sus largas piernas bailan debajo de la pollerita roja ante una multitud de miradas. Sentado en una esquina, un flaco la mira boquiabierto mientras elije un ringtone nuevo para su celular. Vera piensa en hacerse las tetas. Eso es lo que le hace falta, unas nuevas y relucientes tetas. Se siente culpable por el pedazo de torta que comió de más y se pone nerviosa porque en el menú de hoy no hay pastas. Las pastas le recuerdan su medicación y pide agua en el bar para acompañar el Prozac. De su cartera cae una vieja foto, ya amarillenta, mostrando una niña de largas piernas y zapatillas de ballet. Vera vuelve a bailar nuevamente por 2 segundos que se le hacen noches enteras de presentaciones. Gente rodeándola se pelea por besar su mano. Su cabeza sigue buscando emociones entre los sueños cuando a veces solo debería mirar su valija que desborda. Después de unas horas vuelve a su casa, prende la tele, el home theatre y pone un dvd. La cripta que ya alquiló tiene lugar para todo eso. Alguna vez alguien dijo que al final las cosas se apilan tan alto que una sola no significa nada por si misma. Alguna vez alguien debería hacerle escuchar ese tema a Vera. Vera duerme entre sábanas de seda, mientras su cabeza sueña con grandes fiestas y nuevas tetas. A unas cuadras del lugar alguien acomoda una chapa y le sirve la sopa a sus 4 hijos.
El beso en la frente es lo que más los alimenta. Vera no tiene besos en la frente, tiene Prozacs y sillones de tela italiana.
2 comentarios:
Genial, ya te lo dije, genial.
bien dicho, ginial is ginial.
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