Lembranza
Ojos en la pantalla, mente en blanco. Nada para hacer. En las orejas Dave se pregunta si hubiese podido ser alguna otra persona. Alguien me pide que la espere, así que espero. Pero vuelve pronto, cargando con una sonrisa más que conocida. Sonrisa que se refleja también en los labios de Julia, unos años mayor, aunque todavia joven. Julia sonríe como niña. Es que todavía es una niña de 27 o 28 añitos. Su rostro jovial emana una dulzura constante de la cual nadie puede escapar. Sus ojos causan adiciones más peligrosas que la heroína. Se convierte en heroína de los sueños de muchos, pero al acostarse lo hace en mi cama. La miro a la boca y la sonrisa torna en una mezcla de pureza y sensualidad que solo se encuentra en dos ocasiones. Así pasa la primera. De pronto el climax vuelve mis pupilas a su tamaño habitual... ya no hay heroínas ni labios. Mis dedos cambian la seda por el plástico y me encuentro escribiendo esto. Todavía me falta para irme, tal vez siga escribiendo un rato más. O tal vez no.
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