Fuga fugaz
Con los piés y la blonda cabellera colgando de su hamaca paraguaya, colgada entre dos palmeras descansa mientras toma un pequeño sorbo de la pajita que sobresale apenas del collins. Desde alguno de los bungalows que decoran la arena se escuchan salir las notas rabiosas de la trompeta de Satchmo. El blanco del suelo se mezcla con la espuma, perdiéndose en un verde azulino que se extiende hasta el horizonte. El sol que acaricia gentilmente su piel hoy no quiere ser compartido, basta una mirada fugaz para entender que no hay otra huella sobre la arena. Toma otro pequeño trago pero el nivel no parece descender en el vaso. Gusto dulce, a caribe y a verano, a ananá o pera, o incluso banana. De pronto intenta seguir pero ya no puede, no puede más imaginar una vista distinta a la del monitor que reclama continuar con su trabajo. Fuga fugaz, ni siquiera fuga. El sueño tampoco ayuda y dice que no le da. Yo se que si le da, lo que no da es el tiempo. De todas maneras es suficiente como para haber llevado la cabeza de paseo un rato.
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