sábado, enero 24, 2009

Perpetuo renacer.

Hoy me entrego al alcohol y a tu recuerdo, y a la queja ante estos castillos de arena que aún no sé derrumbar. Hoy tu voz dice no poder llamarme, cuando la mía te pide a gritos. Mis piés se hunden en esta arena movediza, que de a ratos se siente tibia y acojedora, y ahí en el fondo se clavan. La farsa de una vida que es solo mía. Mis verdades son para mi, son absolutas y solo para mi, aunque no sepa concretarlas. Y si lo expreso mal, es solo una muestra de mis frágiles herramientas. De charla en charla alguien me dice que todo lo que quise, hice. Y hasta ahora fue verdad, pero cómo hacer lo que quiero hoy? El placebo de los sueños y la imaginación toman el lugar de mis acciones, y en vida muero. Y a veces pienso que es justo. Es justo? Es justo lo que no quiero, es todo lo que no sueño. Voy a buscarte y a encontrarte. Y donde soy un fantasma te encuentro al menos un rato. E incluso remando a China, tus cinco minutos lo valen. O al menos creo hoy que lo valen, y eso justifica el viaje. La realidad es que el centro de esto no sos vos, soy yo y mis deseos, somos yo y mis instintos más primales. El no ser ese recurso, el no más de lo mismo, el nómade que soy yo mismo. Ahí donde mis piés se clavan es donde mi cabeza vuela, y es donde la fuerza de mis deseos rasgan la carne de esos pies. Ahí mismo donde hoy no me animo es donde se gesta el deseo, y del deseo nace mi convicción, y de mi convicción mis actos. El clavo desgarra mi pié, y el dolor se transforma en el placer de ver ese paso que empieza a vencer mi inercia.