martes, octubre 04, 2011

Pa los pibes

Camino la calle Montparnasse, la de Fito, de punta a punta, lo cual, a decir verdad, no requiere de mucho esfuerzo ya que solo consta de dos cuadras no muy extensas; no vi viejas ni negros, solo una simple calle con la editorial Larrousse y una suerte de edificio de departamentos destinados a artistas, sobre un museo. Al final de la calle asoma el pequenho bodegon que decido visitar en busca de una birra. Tengo una razon para brindar: el nombre de la calle, la cancion, encienden en mi cabeza el recuerdo de los pibes, de la mansion, de esa musica que sabe a nostalgia sonando a toda hora. Pido la birra en un frances menos que mediocre, elijo una mesa junto a la ventana desde donde se ve el nombre de la calle, y brindo conmigo por los muchachos, por mis hermanos de la vida, por tantos otros brindis pasados, y por todos los que vendran. Lejos, de este lado del agua, disfruto de lo que vivo, agradeciendo a la memoria el poder comprartir dentro mio lo que la geografia no permite.

Soy


El otoño adorna el Jardín de Luxemburgo con sus tonos ocre, haciendo brillar aquí y allá los vivos colores de las flores sobrevivientes al fin de un verano tardío. Logro reconocer a mi lado el cantar de la cadencia brasilera en la conversación de mis vecinos. La brisa y el continuo sonar de la fuente transmiten una paz imposible de corromper. Las estatuas observan anonadadas a los transeuntes que, escondidos tras el lente de una cámara, se olvidan de observar. Pienso en mi regreso, en mi gente, y en el cercano comienzo de la continuación de mi travesía. Pienso en las diversas imagenes grabadas en mi retina, en el amor compartido con mis hermanos caminantes, en mi ilegalidad, en la falta de sueño y la abundancia de sueños y realidades. Pienso, siento, vibro al compas de mi vida, y soy.